Están ahí, día tras día, con un cuaderno en la mano, un gesto cansado y una voz que insiste cuando el resto del mundo calla.
Todos coinciden en algo: detrás de esa experiencia está la huella de José, el hombre que supo transformar su pasado militar en un legado educativo.Y es que José no solo fundó un campamento: encendió una llama que arde cada verano en la mirada de los que pasan por allí. Y ahora dejemos que sea él mismo quien hable; en la entrevista que sigue, José nos abre las puertas de su historia y del alma del Campamento El Cid.