Empezaremos por el final con esta pequeña introducción. Porque queremos que lo leas, queremos que identifiques nuestra razón de ser y, sobre todo, queremos despertar en ti la curiosidad de lo que significa realmente un campamento castrense. No militar, no de armas ni de guerra, sino de valores: disciplina, lealtad, honor y compañerismo. Todo eso es, y solo eso, el Campamento El Cid.
El Campamento echó a andar en 2022, con apenas catorce chavales que no sabían que estaban abriendo una senda que ya no tendría marcha atrás. Un año después, en 2023, eran treinta y siete; en 2024, sesenta y nueve; y en 2025 ya superaban el centenar largo, ciento veintiuno jóvenes que, verano tras verano, se forman, se endurecen y aprenden a reconocerse como parte de algo mayor que ellos mismos.
El ala senior arrancó con retraso, un año después. En 2023 fueron once los que se atrevieron a dar el paso; en 2024, catorce; y en 2025 ya eran diecinueve. Otro puñado de muchachos y muchachas que, con disciplina y camaradería, saben que lo suyo no es un simple campamento: es una hermandad civil con alma castrense, un lugar donde el esfuerzo se convierte en orgullo y el compañerismo en bandera.
Practican rappel en rocas que parecen murallas, cabuyería con cuerdas que atan más que nudos: atan confianza. Se sumergen en ejercicios de socorrismo y rescate, simulacros de evacuación, marchas nocturnas en silencio y resistencia bajo el sol castellano. Cada actividad es una prueba y, a la vez, una lección de vida.
La supervivencia no es solo técnica: es espíritu. Se enseña a gestionar el miedo, a dominar la fatiga, a trabajar en equipo cuando el instinto empuja a rendirse. Se aprende a escuchar al jefe de pelotón, pero también a liderar cuando el grupo lo necesita. A compartir la cantimplora, a velar por el rezagado, a reconocer que la fuerza individual no vale nada si no se pone al servicio de la comunidad.
Aunque no es un campamento militar, aquí laten los valores que el ejército ha custodiado durante siglos. La formación, los pelotones, las compañías, los reconocimientos al esfuerzo… todo respira ese aire castrense. No hay armas ni instrucción bélica, pero sí disciplina, camaradería y honor. Y eso es más duradero que cualquier uniforme.
Por eso no sorprende que muchos, al acabar, decidan ingresar en filas. No porque alguien los empuje, sino porque han descubierto que la vida con disciplina es más clara, que la lealtad es un escudo contra la mediocridad, que el valor no es no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él. Lo hacen para servir, para aportar a la sociedad todo lo aprendido entre mapas, nudos, marchas y fuegos de campamento. Porque el Campamento El Cid enseña la mayor de todas las victorias: la de ser mejor persona.
El Campamento CID nació en 2022, fruto de la visión de José, su fundador. Scout de corazón y militar de vocación, entendió que la verdadera grandeza no se mide en números, sino en la huella que dejan los valores. Ser scout no es un recuerdo de infancia: es una condición para toda la vida, una brújula que orienta cada gesto, cada palabra y cada decisión.
Con esa base, el Campamento no tardó en convertirse en una hermandad civil con alma castrense, donde se forjan jóvenes que aprenden el valor del esfuerzo, la disciplina compartida, la lealtad al compañero y la emoción de saberse parte de algo mayor. No es solo un lugar de formación: es un espacio donde la camaradería se hace bandera y donde el orgullo nace de la superación diaria.
Gracias a José, aquel primer grupo de apenas catorce adolescentes dejó de ser un puñado de muchachos con sueño y miedo al amanecer, para convertirse en lo que hoy es: una hermandad civil con espíritu
castrense.No levantó un campamento de armas ni de instrucción bélica. Lo que diseñó fue algo más difícil: un lugar donde las formaciones enseñan respeto, donde las marchas nocturnas enseñan a vencer el cansancio y la oscuridad, donde el rappel y la orientación enseñan a confiar en uno mismo, y donde el socorrismo y la supervivencia enseñan a no abandonar jamás al compañero.
Bajo su mirada, cada una de esas actividades deja de ser un simple ejercicio físico para convertirse en lo que realmente son: lecciones de vida. Y es ahí donde se forja el carácter, donde nace el honor, y donde un muchacho descubre que puede ser mejor de lo que creía.
Muchos jóvenes han descubierto en El Cid su vocación de servir en el ejército. Otros, sin vestir uniforme, han llevado esos mismos valores a su vida civil. Todos coinciden en algo: detrás de esa experiencia está la huella de José, el hombre que supo transformar su pasado militar en un legado educativo.
Y es que José no solo fundó un campamento: encendió una llama que arde cada verano en la mirada de los que pasan por allí. Y ahora dejemos que sea él mismo quien hable; en la entrevista que sigue, José nos abre las puertas de su historia y del alma del Campamento El Cid.
Tras situarnos en la historia del campamento y conocer la figura de José, llega el momento de profundizar. Planteamos diez preguntas que no dejan indiferente: cuestiones que buscan ir al origen de la idea, a quién va dirigida, a los valores que la sostienen y a la huella que deja en los jóvenes y en sus familias. Una conversación sin adornos, directa, que revela la esencia del Campamento El Cid.
Buenas tardes, José, un lujo para nosotros y para el lector tenerle aquí… ¿cómo y cuándo surgió la idea del Campamento El Cid?
"El Campamento CID surgió como idea en 2020, el año de la pandemia. Evidentemente, aquel no era un momento propicio para ponerlo en marcha, así que dejamos que transcurriera todo el 2020 y el 2021. Finalmente, el proyecto se inició en 2022.
La esencia de la propuesta es trabajar con los adolescentes, profundizar en sus necesidades y, sobre todo, en sus carencias, para transformarlas en virtudes."
¿Para quién está enfocado?
"Realmente, el proyecto está enfocado para todo el mundo, ya que contamos con dos campamentos. Por un lado, el Campamento Junior, que abarca desde los 12 hasta los 18 años (ambos inclusive). Su orientación principal es el aprendizaje de la disciplina y la formación en valores.
Por otro lado, el Campamento Senior, dirigido a jóvenes de 19 años en adelante, se centra especialmente en la técnica de supervivencia y el salvamento, ofreciendo una experiencia más exigente y práctica."
¿Qué diferencia hay entre castrense y militar? O mejor dicho, ¿qué relación tienen ambos mundos de valores?
"La diferencia entre lo castrense y lo militar es muy sencilla. El militar es, en esencia, un castrense cuya herramienta de trabajo es un arma de fuego o un elemento bélico: un carro de combate, un helicóptero de ataque, un helicóptero de transporte o una unidad anfibia.
En realidad, es la herramienta la que convierte al castrense en militar. Si quitamos esa herramienta, lo que queda es únicamente la disciplina y la filosofía castrense. Esa es la gran diferencia: con herramienta, militar; sin herramienta, castrense."
¿Qué siente cuando ve disfrutar a los adolescentes, que viven en un mundo un poco austero en valores, al recibir aquí un chute de adrenalina, valores y disciplina?
"Me siento profundamente satisfecho de poder colaborar, ayudar e influir en estas personas. Nuestro trabajo no es con números ni estadísticas: trabajamos con la persona, con ese muchacho o muchacha que necesita apoyo y guía, que busca aprender a focalizar y enfocar su futuro.
Y cuando uno de ellos se marcha del campamento habiendo aprendido, con esa semilla dentro, sé que el esfuerzo ha valido la pena. Porque ahí está la verdadera satisfacción: la certeza de que estamos contribuyendo a dejar este mundo un poco mejor de lo que lo encontramos."
¿Por qué repiten tantos participantes?
"La tasa de repetición está entre un 40 y un 50%. Esa es la razón por la que hemos escalado tan rápidamente en el crecimiento del Campamento CID. Repiten porque, al fin y al cabo, muchos de ellos se dan cuenta de que el campamento les beneficia, les ayuda y, además, les permite compartir experiencias con otros muchachos y muchachas.
Aquí hacen nuevos amigos de distintos lugares de nuestro país, y esas relaciones y amistades se forjan para siempre. La experiencia queda grabada en su alma, en sus sentimientos y en su forma de ser. Para muchos, supone un antes y un después: les marca un nuevo futuro y una nueva forma de ver las cosas."
¿Qué le diría a esos padres que piensan que el verano es para disfrutar y no para estar bajo el techo de la disciplina y los valores?
A esos padres les diría que el verano, efectivamente, es para disfrutar. Pero disfrutar no significa perder el tiempo, sino vivir experiencias que marquen de verdad. En el Campamento CID los chicos ríen, juegan, hacen amigos para toda la vida… pero lo hacen dentro de un marco de disciplina y valores que les acompañará siempre.
La diferencia está en que aquí no solo se divierten, sino que también aprenden a conocerse a sí mismos, a superarse, a valorar lo que significa el esfuerzo y la camaradería. Lo que se llevan de estas semanas no es solo un buen recuerdo de verano: es una herramienta para su futuro, una forma de ser que les hará más fuertes y más humanos.
Hemos visto que este año han participado jóvenes con algún tipo de discapacidad. ¿Cómo fue la experiencia?
"Bueno, yo a esos padres les diría que el verano es, efectivamente, para disfrutar. Y en eso tienen toda la razón. Pero disfrutar no significa que no se aprenda al mismo tiempo, ni que el aprendizaje esté reñido con la diversión. Al contrario: cuando uno disfruta, aprende mucho más rápido.
Por eso, si disfrutando y divirtiéndose se aprende con mayor facilidad, ¿qué mejor lugar que el Campamento CID para que sus hijos puedan crecer mientras se lo pasan bien? Aquí no solo disfrutan: aprenden valores, técnicas y actividades que les ayudan a entender la vida desde otra filosofía, distinta a la que encuentran en sus casas, en sus barrios, en sus pueblos o en sus institutos.
El muchacho necesita aprender a focalizar, a disponer de herramientas para crecer como persona y convertirse en alguien íntegro. Eso es lo que yo les diría a esos padres que piensan que el campamento no es para sus hijos: que aquí no solo se divierten, sino que se forman para la vida."
¿Tiene cabida la política en la razón de ser del campamento?
"La experiencia de este año ha sido espectacular. Hemos tenido 120 muchachos —realmente fueron 121, pero uno de ellos, por un accidente durante el campamento, tuvo que abandonarlo. Ya está confirmado que el año que viene repetirá.
Cada año nos esforzamos más, cada año aprendemos más de ellos, porque también son maestros de vida. Nos enseñan a comprender sus necesidades para poder ayudarles mejor. Al fin y al cabo, nuestros participantes, nuestros cadetes, también nos obligan a crecer, a esforzarnos y a dar lo mejor de nosotros como instructores, para que se marchen con la mejor de las experiencias."
Ahora convénzanos, ¿por qué un padre y una madre deberían mandar a sus hijos al Campamento El Cid?
"La política no tiene, ni tendrá nunca, cabida en el Campamento CID. Somos un campamento totalmente apolítico: no entendemos de colores ni de ideologías.
Lo que defendemos es la bandera como símbolo de la familia en España. Porque, al fin y al cabo, somos una familia, y una nación no es otra cosa que eso: una gran familia. El Campamento CID también lo es, y permanecerá eternamente en el corazón de quienes han pasado por él.
Al final de nuestra conversación con José, quisimos cerrar con un bloque de cuestiones rápidas, directas, de esas que no dejan margen a largas explicaciones. Preguntas que van al grano y que definen, en pocas palabras, la esencia del Campamento El Cid."
Preguntas rápidas:
Una palabra que defina al Campamento El Cid.
"Si hubiera que elegir una palabra para definir el Campamento CID, esa palabra sería familia. Para mí, el Campamento El Cid es, ante todo, una gran familia."
2. Un valor que jamás debe perderse.
"El valor que nunca jamás debe perderse es el honor. Para mí, el mayor de los valores, el que jamás debe desaparecer, es precisamente ese: el honor."
3. ¿Lo más duro que vive un adolescente aquí?.
"Si hablamos de lo más duro que vive un adolescente, desde el punto de vista personal, creo que lo más difícil es no saber pedir ayuda."
4. ¿Lo más grande que se lleva a casa cuando se marcha?.
"Para mí, lo más valioso es el cambio de mirada. El muchacho, cuando regresa a casa, lo hace con otra forma de pensar, con otra manera de ver las cosas, y con la certeza de que la familia es lo más importante para todos."
5. ¿El Cid forma soldados… o forma personas?
"El CID no forma, ni formará nunca, soldados. El CID forma personas. Lo que hacemos aquí es acompañar un proceso de crecimiento personal en todos aquellos que participan en la actividad."
Y para cerrar esta entrevista, la mirada se dirige inevitablemente hacia el futuro. Después de tantos años forjando carácter y valores en la juventud, la gran pregunta es qué viene después, qué nuevas metas y experiencias aguardan en el horizonte del Campamento El Cid.
—Para finalizar, José… ¿habrá Campamento El Cid 2026 y qué podemos esperar de él?
Desde Honor y Valores no podemos sino reconocer en el Campamento El Cid una rara avis en estos tiempos: un espacio donde la juventud se enfrenta a sí misma y descubre que la disciplina, la lealtad y el honor no son reliquias del pasado, sino herramientas para construir un futuro más firme y humano. No es un campamento cualquiera, es un lugar que transforma y marca de por vida. Y en una sociedad necesitada de referentes, iniciativas como esta merecen no solo ser contadas, sino defendidas.
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